
Me encontraba en la fila de autos para intentar llegar a mi
casa después de trabajar. Una larga y lenta procesión de vehículos avanzaba.
Por detrás, me llega el golpe de un conductor distraído. Por el espejo
retrovisor miro severamente a la mujer que me ha impactado. Bajo del coche
acalorado y un tanto enojado, al ver aquella bella dama todo se me olvida.
Inmediatamente le pido una disculpa como si la culpa hubiera sido mía. ¡Ah! Qué
mujer tan más sonriente, tan más hermosa, aquella mujer: era mi esposa.
J.
Antonio L. Carrera
Febrero 11, 2015.
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