agosto 11, 2018

Montañas que hablan

Acércate a la naturaleza. Intenta expresar como si fueras el primer y único hombre que habita en la Tierra: lo que ves, lo que amas, lo que sientes, lo que vives, lo que pierdes, ya que esto querido amigo, es una verdadera sensación de libertad.

Solo hay una gran impresión de que obras libremente, y es estar presente admirando la gran creación frente a tus ojos: poder sentir cómo la fría brisa acaricia tu rostro y las hojas se arrastran por los suelos llenas de vida creando un son maravilloso. En ese momento, cierra los ojos para que provoques en tu alma una gran emoción de comunión con el entorno. Una gran atracción a lo desconocido.

Tienes la opción de elegir tus propios caminos, de recorrer río arriba el arroyo, adentrarte en la montaña para descubrir el rocío que te llora. Admira la tierra vieja y antigua que no es dueña de nadie, pero que te contagia la fortaleza y altura de sus árboles queriendo rozar el cielo forrado de estrellas. Toma asiento al amor de las llamas de una fogata que rodea una tierra poderosa. Escucha llegar los susurros del viento colarse entre los pinos, que en el fondo, tienen vida propia: te susurran al oido. Evita ahí los pensamientos mundanos y tribales que te vienen a la mente. Ve, camina y adéntrate en aquel paisaje buscando alguna forma de belleza. Describe todo aquel espectáculo con serenidad y calma; humilde y sincero como el mar.

Si al estar frente a la montaña, regresas tu mente y piensas que tu vida cotidiana te parece pobre, no la culpes. Cúlpate a ti mismo de no ser lo bastante observador como para encontrar sus riquezas. En la montaña, ninguna experiencia ha sido demasiado pequeña. Lo más pequeño que pasa frente a la mirada, se vuelve un destino; una red armónica, amplia y maravillosa en el que cada elemento es puesto por una mano infinitamente tierna. Experimentarás la dicha y la gloria de caminar como en un sueño: irás de sorpresa en sorpresa. No te quedarás sin respuesta si atiendes tus menesteres en lugares como estos. Lo que hay en la naturaleza es simple, y esas cosas insignificantes que ves, pueden convertirse en algo grande. Cuando la frecuentes, cada ocasión te dará materia para ser más conocedor, más sensible, más agradecido y de algún modo más sencillo mal mirar. Más dichoso, lleno de vida y más grande al caminar.

  Hoy, la mayoría de las actividades de la joven sociedad se encuentran en una soledad infinita: estáticas, constantes, incoherentes, carentes de sentido, ya sin vida. Solo la necedad y la ceguera humana son capaces de comprenderlas. Da siempre pie a tu espíritu aventurero. No lleves la contraria, deja que tu juicio y tu corazón te conduzcan despacio a la libertad. No te conviertas en partidario del mundo, lleno de vicios y de confusión, lejos de los verdaderos placeres que nos muestra la naturaleza, que ofrece esta, más ocasiones para creer, crecer y tomar fuerzas para conquistar la eternidad.

 La humanidad sería otra si recibiera y entendiera el misterio de que nuestra tierra, está enriquecida de tal manera, que sus más mínimas cosas: las hermosas plantas y animales, por más pequeños o grandes, concluyen una forma tranquila y humilde del amor. La naturaleza no es más que un modo de vida que seduce y pone enfrente, las más grandes e imponentes cosas. Es solo eso lo que nos hace falta.

En todo este mágico lugar, se está más cerca de la realidad. En el bosque el tiempo no cuenta. Un día puede pasar como un año. Aquí se vive lleno de paciencia, tranquilo y sin engaños. Como si la naturaleza extendiera su infinita bondad para siempre.

J. Antonio L. Carrera
Agosto 11, 2018.



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