Importa poco a donde vaya, siempre y cuando, se olvide de
todo; se distraiga y voltee lejos de su computador, se desconecte de eso que
usted llama vida. Si algo tiene que tener claro, son estas tres premisas: no
viaje sin libro, sin navaja y sin amigo.
Escoja esa historia que lo cobije durante su recorrido, más
vale pasar una noche con frío que sin haber leído. Esas letras lo irán
acompañando en su aventura y usted en la de ellos. En caso de que no le
encuentre sentido a la aventura escrita, bien puede hacer uso de las hojas para
que le den iluminación mediante las llamas de una fogata. Es tan bondadoso un
libro que, si no da luz a la razón, dará calor al cuerpo. La navaja siempre es
indispensable, básicamente para poder hacer actividades cotidianas como el
corte de un mecate, abrir latas o serruchar ramas, pero también actividades
probables como la defensa ante el inminente ataque de un animal, alguna fiera
maldita o más probable aun, de una persona humana. Busque un buen acompañante
acorde a la dificultad del viaje para agarrar norte; empiece por ser paciente
con él, ya que no va a estar listo a la hora prevista. Recuérdele que va de
excursión, que no se vaya vestido como si de antro se tratase; que tendrá que
caminar mucho, comer poco y dormir mal, pero también, disfrutar de un buen café
mañanero acompañado por el humo de la fogata y de un buen tabaco.
En caso de pánico, relájese. En caso de estrés, relájese. En
caso de algún suceso fuera de lo común, relájese. Recuerde: usted está viajando
para olvidarlo todo, hasta las preocupaciones. Lleve una buena chamarra o
abrigo para el frío. Procure no quejarse durante el recorrido. Disfrute. Le
recomendamos dirigirse a una zona donde no haya tecnología, luz eléctrica o
civilización alguna. Desconéctese de su rutina para conectarse a la vida.
Lo demás, se podrá conseguir en el lugar óptimo para acampar,
ya que hay ciertas cosas que no se pueden comprar y que no lo podrá conseguir
en ningún establecimiento: una buena vista al llegar, por la noche un cielo con
algunas estrellas fugaces, en la mañana el amanecer, despertar con el canto de
algún cenzontle o gorrión, el sonido del viento chocando con las hojas, entre
otras cosas.
Salir de excursión es algo más que viajar, es merodear por
donde nuestros ancestros lo hicieron, es recogernos en un silencio natural, es
valorar lo que tenemos, es vivir un peligro mortal.
J.
Antonio L. Carrera
Diciembre 15, 2015.