
Mira, si alguien a tu alrededor va con
los pies desnudos caminando por el frío asfalto, paséate sin temor por la
naturaleza, no aplastes sin saber por qué la flor de la hierba crece, no
avances sin cuestionarte los nidos de los pájaros. Explora de lejos a las ciudades
y de cerca a los pueblos, examina de lejos a los ricos y de cerca a los pobres.
Levántate de madrugada para trabajar, que tus días comiencen en la noche. Cuando
viajes, pasa hambre, es algo sensato, te volverás loco. Vas a regresar de la
ciudad raro, grotesco, bufón. Acuéstate con la oración, duerme de lado de lo inexplorado,
ten por almohada lo eterno y desconocido. Ama, cree, espera y vive.
Sé como el que tiene un camino que recorrer, solo que ese camino
sea de buenas obras y de buenas palabras. No te desanimes, conviértete en mago,
vive como un padre. Si tienes jardín, cuídalo y produce flores. Si tienes hijos,
edúcalos y produce almas honestas. Si tienes enemigos, bendícelos y produce una
dulce autoridad oculta que concede al alma la paciente espera de la noche
infinita bajo las estrellas.

La vida es una excursión hacia el antro.
Abandonar la superficie, para subir o para descender siempre es una aventura.
El descenso, sobre todo es un acto peligroso llegando al límite de lo grave. De
ahí la mayor inquietud entre los viajeros frente al amor de una fogata tocando
la lira, excavan y desgarran con sus notas el yo entre los presentes en el que sondean el cielo; en esas
profundidades íntimas del alma, suceden siniestros. Estas incursiones de la montaña
no están exentas de peligro. El recorrido tiene a sus muertos, sus locos. Aquí
y allá se encuentran en estas veredas cadáveres de caminantes vacíos de sueños.
Ser precipitado al cenit de la gloria y
querer ascender a la montaña para rosar el cielo sin mérito: cuidado. Las caídas
mientras más altas del cielo abren el apetito a los audaces. Recuerda a los
grandes viajeros. ¿Hacia dónde se dirigen con mayor gusto? Hacia la naturaleza,
hacia la montaña, hacia el cielo: hacia la verdadera vida. El excursionista
íntegro se compone de dos visiones: humanidad y naturaleza. Es necesaria llevar
siempre en el alma, una preocupación ante la humanidad. Hay que ser hombre por
encima de todo y ante todo. No hay que temer sobre cargarse de humanidad. Lleva
tus sueños a la realidad y luego camina a la montaña. La montaña es la
inspiración.
Seamos quienes seamos, somos los viajeros de nuestra vida.
Nadie camina por este mundo sin su fantasía y su capricho, su pasión y su temeridad,
su riesgo y su gloria, su vicio y su virtud. De ser sí, hagamos como si todos
los días de nuestra vida, fueran una excursión.
J.
Antonio L. Carrera
Diciembre, 2018.